martes, 4 de agosto de 2015

Y sigue la gastronomía dando....

Cemita

La tradicional cemita poblana


Un cemita exhibida en un puesto de venta
Las cemitas o semitas son un tipo especial de pan, crujiente, grande y decorado con ajonjolí en la tapa y, también, el platillo que con ellas se prepara: se rellena con ingredientes comúnmente cocidos y de una gran variedad: milanesa, pollo, jamón, pata de cerdo, carne enchilada. El pan salado elaborado en Puebla se considera la versión original; se basa en un pan introducido por los franceses durante el período de la intervención francesa en México (1863-1867), que desde entonces ha evolucionado para adaptarse a los gustos mexicanos, especialmente en ese estado. En el siglo XX, el pan comenzó a ser servido en rodajas con un relleno de sobras, generalmente papas, frijoles, nopales, carne de res, pollo o cerdo.), y de él se dice que proviene el nombre con el que se conoce a la gran diversidad de formas de elaborar este platillo en cada región de México.
La preparación puede variar según el lugar en el que se elabora. Primero se corta el pan a lo largo y luego se añaden los ingredientes, preferentemente en el siguiente orden: ingrediente principal (milanesapata de cerdocarne de pollojamón), aguacatecebollaquesillochipotles o chiles jalapeños o rajas, pápalo y aceite de oliva. Se pueden encontrar variaciones en los ingredientes: papas hervidas, rodajas de papas fritas, rajas de chile jalapeño fritas y sin desvenar, jitomatefrijoles. El procedimiento de elaboración también es variable.
En Puebla, México

La cemita poblana es uno de los platillos típicos de ese estado, parecido a una torta, que se prepara generalmente con un pan salado (es el "único estado de la República donde se elaboran de sal y de dulce", según lo anotado por Marco Buenrostro y Cristina Barros, donde se elabora con quesillo o queso fresco, aguacate, papaloquelite,chipotles o chiles jalapeños, cebolla y aceite de oliva. El ingrediente principal puede ser milanesa de rescarne de pollo o carne de cerdochile rellenopata de puerco envinagre, jamón, carne enchilada, carnitas o una diversidad de otros ingredientes.

Algunos de los lugares más emblemáticos en la ciudad de Puebla para degustarlas son el Mercado del Carmen, el Mercado de los Sabores Poblanos, el Estadio Cuauhtémoc y la Arena Puebla.


El mercado de Victoria, en Puebla, se hizo famoso por una versión con pata de res, cebollas y chiles con una salsa vinagreta. Otros mercados y puestos de comida pronto crearon sus propias versiones de la cemita con casi cualquier tipo de relleno o combinación posible. Durante el mismo período de tiempo, se convirtió en tradicional para espolvorear las semillas de ajonjolí en el pan cemita, a menudo con diseños de flores, estrellas, animales y otras cosas. Este platillo fue inicialmente propio de las clases bajas, pero terminó siendo degustado por todos los sectores, sobre todo como una opción de comida rápida.





https://es.wikipedia.org/wiki/Cemita


Chalupas


 un antojito tradicional de Puebla

 Las chalupas son uno de los antojitos tradicionales de Puebla y que se consumen especialmente los fines de semana o como comida típica durante la celebración de la Independencia de México.
Este platillo consiste en una pequeña tortilla frita en aceite o manteca sobre la que se vierte salsa verde o roja, pollo o carne de res deshebrada y cebolla.
Actualmente pueden encontrarse en restaurantes, ferias y kermeses, suelen despacharse en órdenes de cinco o cuatro chalupas, y tienen un costo no mayor a 20 pesos.
¿Cómo surgen las chalupas?
El origen de las chalupas no es muy claro. De acuerdo con el portal e-culturismo, la historia cuenta que esta es una receta inventada por los frailes que utilizaron restos de pollo y los mezclaron con un poco de masa de maíz. Sin embargo, sintieron que la mezcla resultante estaba seca por lo que agregaron salsa y rebanadas de cebolla.

Por su parte, el portal Gamuzza, asegura que la chalupa proviene de los pequeños barcos o canoas que los mexicas usaban para navegar en los canales y chinampas de la capital de Tenochtitlán en tiempos prehispánicos
Asimismo, que su nombre fue adoptado cerca de 1930 y que su origen en realidad, es vasco, proveniente de la palabra txalupa.
Muchos aseguran que la expansión de la tradición nació a las orillas del cauce del río de San Francisco, el cual se ubicaba en el centro de la capital poblana.

Independientemente de su procedencia, las chalupas se han consolidado como un antojito representativo no sólo de Puebla sino también de la gastronomía mexicana, puesto que se ha convertido también en un antojito tradicional de los estados de Hidalgo, Estado de México, Distrito Federal  y Guanajuato.


CHILEATOLE



De origen prehispánico, la palabra chileatole refiere hoy día a un guiso moderno de los estados de Puebla, Tlaxcala, Veracruz, Morelos y Oaxaca. Una sopa salada de atole de maíz. Existen muchas recetas con fuertes variantes regionales. Sin embargo, la estructura base del chileatole es la de ser una sopa salada de atole de maíz con chile.
Aunque no lo parezca, no es un guiso muy antiguo. Su receta tendrá poco más de dos siglos de existencia. Quizá sea mucho más reciente todavía. Pero sus orígenes sí se cruzan con los de todas las cocinas que configuran la cocina mexicana contemporánea. Y el resultado final es exquisito y muy nutritivo.
La palabra náhuatl “chilli” fue traducida por fray Alonso de Molina para su Diccionario como “pimienta de las indias”, un fruto que luego nombra también como “ají”, un término de origen caribeño. En los hechos, no deja pensar en ningún tipo de chile en concreto. Y la palabra “atolli” no se encuentra presente en el diccionario del franciscano conquistador espiritual. Pero, según Rémi Siméon, “atole” hace referencia a una “papilla de masa de maíz (nixtamalizado) de la cual hacían gran consumo los indígenas preparándola de muy diversas maneras”; agua, “atl”, para salivar bien o degustar o sabrosa, “toloa”.
De haber un “chilli-atolli” antiguo, eso parece que nada más era un atole blanco con chile verde molido. Es todo lo que podemos imaginar ahora sobre esa bebida o compuesto. Nada qué ver con el guiso actual, pues el chilatole se endulza con piloncillo y nuestra sopa de maíz es un plato harto más rebuscado que se sazona con sal.
El chileatole es más que nada un plato ultramarino, hispanoafricano por el recurso a la sal y la cebolla; pero con ingredientes indígenas. Una sopa tal vez árabe que devino mestiza en América, una olla criolla. Porque la cocina prehispánica de que se tiene noticia no conoció este tipo de sopas saladas.
La clave de todo, no hay duda, es el ingrediente ancestral, el maíz. Pero eso, junto con el chile y el epazote, no lo convierte en un platillo más antiguo de lo que ya se dijo. Aunque se cocina con la masa de maíz nixtamalizado de que, según los relatos de la conquista, están hechos los cuerpos de los seres humanos.
En su presentación base, el chileatole clásico moderno es un atole con granos de elote o esquites cocidos en un caldo, generalmente un caldo de fondo cárnico. Pero la magia y secreto de su sabor comienza, sin duda alguna, con el aporte del chile poblano, que, mientras más picante, o sea, con más venas y semillas, más cierto y radical, más chile-atole, por esa unión alquímica de estos dos ingredientes, el maíz y el chile, en el vehículo del agua bien caliente
El interés por el chileatole, que ya varias veces nos condujo hasta ese puesto de la esquina del templo de la Luz, en la ciudad de Puebla, nos lo despertó el libro Breve historia de la cocina mexicana de Jesús Flores y Escalante. Allí presenta la receta clásica y cuenta la leyenda de su invención entre dos muchachas, vendedoras callejeras de comida, una de atoles y otra de frituras, quienes, al competir por los favores de un mismo galán, le pidieron que eligiera cuál era el mejor de los dos tipos de guisos; él, sensato y marginalista, optó por decir que ambos le gustaban pero que lo mejor sería mezclarlos, y así la fábula cuenta cómo nació el chileatole, un platillo callejero de damas y señoras con fina voluntad promiscua y querendona. También ese mismo libro le atribuye al chileatole la anécdota de la muchacha que, después de vivir un tiempo en la ciudad de México, regresó a Puebla y sintió curiosidad por las ollas de las vendedoras de chileatole del barrio de la Luz, aparentando desconocer su contenido; pero en cuanto se lo sirvieron comenzó a menear muy bien la olla de barro para enfriarlo, y quien le acompañaba, su madre, le dijo: “Se te olvidó el nombrecito; pero no el meneadito.”



http://gacetagastronomicademexico.blogspot.mx/2010/10/el-chileatole-una-sopa-salada.html

PELONAS POBLANAS 


MOLOTES 

La historia del molote se pierde en el sincretismo colonial entre las costumbres hispanas, criollas, mestizas  y los gustos populares. Los hispanos introdujeron a la nueva España, la técnica de freír  y trajeron habitos  alimenticios donde las “empanadillas y txalupas” si eran socorridas, no en la forma hoy conocida.


En el pasado se compraba la masa en las tortillerías y molinos. En el quicio de los zaguanes de las vecindades o a la salida de las iglesias aparecieron anafres de carbón  y comal, a un lado una mesita con mantel primero de tela, sobre ella platos de masa preparada  con harina de trigo cernida , guardada  toda la tarde envuelta en una jerga húmeda en pequeños platos estaban los rellenos la papa hervida epazote queso fresco chiles jalapeños tlales cuitlacoches  y flores de calabaza





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